Hace unos días, se dieron a conocer los resultados detallados de las evaluaciones 'Aprender', arrojando luz sobre el impacto de la pandemia en los estándares educativos en todas las provincias. En Argentina, lamentablemente hemos perdido nuestra capacidad de sorpresa, a menudo solo miramos fugoriamente esos datos para medir nuestro progreso e identificar a los que están peor.
Evitando clichés, es vital enfatizar cómo la educación afecta significativamente al mercado laboral.
Existe una brecha cada vez más fuerte entre los perfiles que se necesitan diariamente en la fuerza laboral, como he observado en mi rol de consultoría, y las demandas de clientes, empresas y pymes.
Las cuestiones educativas pueden ser vistas desde múltiples perspectivas, todas ellas esenciales para efectuar el cambio. No obstante, este artículo se centra en un aspecto: la desconexión de la educación con los perfiles requeridos del mercado laboral.
Este tema es evidente en muchas regiones donde los planes de estudio provinciales están desalineados con las políticas muy productivas que se promueven en estas áreas. A menudo se deja que las empresas asuman la responsabilidad de capacitar a su personal. Si bien esto no es inherentemente problemático, la experiencia ha demostrado que es insuficiente.
El mercado laboral evoluciona más rápido que las políticas públicas e incluso las expectativas de muchos jóvenes. Todo es altamente dinámico.
Entonces, ¿cómo adaptamos la educación actual para preparar a los estudiantes para un mercado laboral impredecible?
El mercado laboral no es inmune a las constantes transformaciones que vive actualmente la sociedad. En este contexto, diversos organismos globales y expertos indican que hasta el 40% de los empleos actuales podrían no existir para 2030.
Numerosos centros de formación técnico-profesional, organizaciones internacionales y universidades están abogando por nuevas metodologías de enseñanza. Su objetivo es lograr que los estudiantes no lleguen a un 'callejón sin salida 'sino que se integren al mercado laboral, contribuyendo positivamente a la sociedad.
Es más crucial que nunca alinear la capacitación de los ciudadanos del siglo XXI con las necesidades corporativas, reduciendo significativamente el desempleo y creando una fuerza laboral más eficiente.